Hola, soy Luna.
Me llamo así porque mi madre fue una aventuraria en los 80 (de las que ponían nombres bonitos y no pedían permiso).
Me dedico a la Sanidad y a la Fotografía. Soy auxiliar de enfermería en una Unidad del Dolor.
Para mí, esa unidad es la mejor de las mejores.
Y no solo porque allí se alivia el dolor con medicación y paciencia, sino porque allí tengo a una parte súper importante de esa familia que se elige.
Los fines de semana me cambio el pijama verde por las botas, la mochila, la cámara de fotos y me convierto en la compañera oficial del mejor guía de montaña y fotógrafo que existe (según su madre y yo): Dani Sanz.
Nos llaman Batman y Robin, aunque a veces somos más bien Mortadelo y Filemón con mochilas gigantes.
Entre trekking, paisajes que quitan el habla y risas que curan, yo grabo, cuento historias…
y me pierdo lo justo para volver a encontrarme.
Y entre pacientes y montañas, escribo.
Escribo porque me conecta.
No porque sea poeta, ni experta en nada.
Escribo porque hay cosas que se sienten raro y no caben en la garganta.
Porque escribir, para mí, es como abrir una ventana… sin romper nada.
Esto que estás viendo no es una web.
Es una especie de casa con grietas, pero de esas que no se esconden, se decoran.
Huele a papel recién escrito y tiene una manta invisible que abriga lo justo cuando el alma se ha quedado en tirantes.
Así que pasa. Entra, estás en casa.
Aquí puedes venir con los zapatos emocionales puestos y tu basurita mental sin barrer.
Puedes entrar con todo lo que eres.
Gracias por venir.
Y gracias por quedarte un ratito a tomar café conmigo.